martes, 30 de septiembre de 2014

El Príncipe+El Guerrero



Había una vez, hace muchos, muchos años, un chico a quien llamaremos G. Nos conocimos en el cumpleaños de un amigo, era un cumple íntimo, por lo que éramos un grupo reducido de personas. Yo estaba ahí por casualidad. Me acuerdo que yo estaba en esa etapa que estaba bastante descreído del amor y no esperaba nada de nadie. Cuando me lo presentaron, inmediatamente conectamos. Tenía unos ojos grandes y celestes. Nuestro saludo fue incómodo, nos dimos la mano y se puso colorado, hizo un chiste sobre el saludo. G era una de esas personas que apenas lo mirás, te causa una sonrisa. Eso me pasa con pocas personas. Esas personas que apenas dicen algo, te causa gracia, por como lo dicen o por los gestos. Esa noche, salimos todo el grupo a festejar a un boliche, y la pasamos estupendo. G se quedó conmigo casi toda la noche. El hacía cualquier cosa y yo me reía y entonces él se reía también. Desgraciadamente, como cuando la pasás bien, la noche se hace más corta. Hacia el final de la noche, todo sucedió de repente, salimos e inmediatamente el cumpleañero paró un taxi y G se fue con ellos. Antes de subirse me dio la mano como en chiste. No nos pudimos despedir bien, siempre me quedó en la mente ese momento, esa mirada, porque fue como que me quería decir algo y no pudo. Yo me quedé con uno de sus amigos que vivía por ahí cerca como yo. Desde el taxi, se quedó mirándome y haciendo caras.



Volví caminando con su amigo unas cuadras y me interrogó sobre si era soltero y otras cosas, yo creía que estaba siendo simpático, pero cuando él tenía que despedirse y doblar en una esquina, me apuntó directo a la boca y casi nos besamos en los labios, pero por un milímetro, y por reflejo, yo corrí la cara. Creía que había sido un error, pero cuando comenzó a sonreír, me di cuenta que no lo era. Yo me quedé sorprendido y en mi lugar, mientras él se iba por su camino, con cara de pícaro.

Al otro día, lo busqué en todos los reinos de las redes sociales, y lo encontré en facebook . Su amigo hizo lo mismo y me encontró a mí. Trataba de convencerme para que nos veamos, trataba de hacerme morder de su manzana. Pero no cedí, a mi me interesaba G y solamente G. Sin embargo el hechizo se había terminado, G estaba algo distante y tardaba en contestarme ¿Por qué siempre el que te gusta tarda más en contestar que el resto de la humanidad? Yo me preguntaba si su amigo le había contado del casi-beso. Chateamos un par de veces más hasta que un día, me dijo que se iba a dormir y nunca más volví a saber de él. Me acuerdo que le escribí un mensaje de esos largos y desesperados que nunca contestó.

Años después, de no saber nada de él, ni haberlo cruzado en ningún lado, ni saber de su vida, apareció su saludo como si nada hubiera pasado. Tuvimos una charla graciosa, de esas que uno tiene cuando le interesa el otro. Los dos estábamos solteros y todo iba bien. Y después de un día para otro, otra vez, desapareció. Nunca más usó su facebook, no me había bloqueado, simplemente desapareció. Me imaginé que usaba uno de esos facebook falsos y que tenía otro "de verdad". El único dato nuevo que tenía, era donde trabajaba. Entonces, durante unos meses, pasé por frente del lugar, tratando de cruzármelo. No como un acosador ja, simplemente me quedaba de paso. Estaba un poco obsesionado, y es que la verdad, para mí, esas conexiones no me suceden muy a menudo, son casi extraterrestres. Hasta que un día el guardia de seguridad me vio cara de sospechoso y me preguntó si necesitaba algo. Le dije que esperaba a un amigo y me creyó. Esperé a que se distrajera y me fui corriendo. Ahí me di cuenta que había llegado muy lejos. ¿Hasta qué punto estaba bien pelearla por alguien que te encanta?¿Y por qué siempre tengo que ser el guerrero y no el príncipe que espera?¿Que ya no queda nadie que quiera ser héroe?¿que tienen que perder?

A veces uno lucha, porque la satisfacción de estar con alguien por quien luchaste se siente espectacular. Pero algunos afirman que cuando realmente hay amor todo tiene que darse naturalmente. ¿Es así?¿Todo debería ser simple?

No lo sé. La verdad es que no conozco muchos casos en que haya sido simple. Lo que si conozco son muchos casos en que todo está tan simple y natural, que ambos se terminan aburriendo muy rápido. ¿Entonces queremos que sea complicado?

Quizás complicado no es la palabra. Está bueno cuando hay algo por conquistar, algo por que luchar y por rescatar. Pero que sea un objetivo claro, alguien que sostenga una promesa y trate de cumplirla. O mejor aún que entre los dos luchemos para conseguir el final feliz. Si hay que tirarse a la pileta, saltemos los dos y tomados de la mano. Porque aunque la felicidad la puede conseguir uno mismo, compartirla con alguien, da mucha más felicidad.


Hace unas semanas, después de años, G me invitó a tomar algo. Pensé: ¡que bueno, al fin tomó iniciativa! Le dije que si y quedó en confirmarme ese día el lugar para encontrarnos. La mañana de la cita, estábamos ahí, ambos conectados, nunca me dijo nada. ¿Esperaba que yo le dijera algo?¿o se había olvidado? No dije nada, abrí su ventana, y cuando estaba por escribirle pensé: ¿Por qué no me dice nada?¿Si le intereso no debería acordarse lo que me dijo?¿De la invitación? Y entonces me detuve, no lo hice. No dije nada. El tampoco.

Cuando mis amigos me preguntaron porque, les expliqué que no sirve de mucho que todo comience así. Uno luchándola y luchándola y el otro esperando que las cosas sucedan. Ellos me dicen que soy complicado. Pero la verdad es que no es tan complicado esperar que el otro sea claro. Así como fui yo con el amigo de G cuando le dije que estaba interesado en otra persona. Tampoco es complicado esperar que si me decís una cosa, la sostengas, que no tenga que andar buscándote, enfrentarme a guardias y dragones para llegar hasta donde estás. Tampoco quiero que nadie me rescate a mí, como dije antes quiero que ambos seamos el príncipe y también el guerrero del otro, que luchemos juntos hacia el mismo lado. Haciéndonos compañía.

Esta era básicamente la diferencia entre el Sr. Q y todos los demás. Cuando el Sr. Q me quiere ver, me escribe con una invitación concreta y clara. Y sé que a él le cuestan esas invitaciones y aunque a veces no le salen del todo bien, valoro mucho que las haga, que tenga esa iniciativa y me predisponen de una manera totalmente diferente a aceptarlas. Más allá de que después sucedan o no, me queda claro que pensó en ese momento estaría bueno juntarse y eso es invaluable.


Unos días después, me armé de valor, me arme de coraje y le dije: "Que lástima que te olvidaste de lo del trago, porque me hubiera encantado verte y tomar algo con vos". Me contestó mucho después diciéndome que se había quedado dormido. Hagamos un paréntesis aquí: seamos sinceros, cuando a alguien le interesa alguien, siempre se puede hacer un tiempo para el otro y nunca, NUNCA se quedaría dormido. Me dijo algo así como que otro día podíamos ir, que le avise. Es decir, que ahora lo tenía que invitar yo. Y así el encantamiento que tenía por él se convirtió en calabaza. Es una lástima, G, no era para mí. De ahora en más, solo príncipes y guerreros. Los bellos durmientes, que se compren un buen despertador.

Pablo M. Acuña

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Pregunta del foro: Cuando conocés a alguien ¿sos el príncipe o el guerrero?¿Preferís que todo sea simple o pensás que el desafío de lo complicado es más seductor?