jueves, 22 de noviembre de 2018

Presagio


‘Estoy sintiendo algo, algo diferente, cuando te fuiste el panorama cambió. Estaba ciego, no lo visualicé...Mi mente controla mi corazón, no presté atención a la luz en la oscuridad. Me dejó destrozado y ahora veo tus lágrimas en un presagio’ - Disclosure & Sam Smith



Siempre sucede lo mismo. Siento un llanto a lo lejos, es un hombre llorando, lo busco en la oscuridad entre pasillos oscuros, lo veo en una esquina de una habitación. Está contraído contra la pared, no puedo hacer nada por el. Le apoyo la mano en el hombro, lo contengo. Es un sueño recurrente que tengo.


Habían pasado semanas de la última juntada con Mateo. Este chico con el que me estaba viendo. Después de habernos juntado tantas veces, sentía que lo conocía y sentía que ambos nos estábamos encariñando. Todavía no nos habíamos dado un beso, ni nada por el estilo. Solo podía sentir que había muy buena onda y química. A veces se le escapaba un 'te extraño', o un 'me gustaría estar ahí'. De hecho su idea era mudarse a Córdoba en algún momento. Nos escribíamos seguido. Me dormía y despertaba con sus mensajes.

Yo estaba cautelosamente relajado con la situación. Porque transitando esa delgada línea entre que esto evolucione a una relación o simplemente se convierta en una amistad. No es secreto, la mayoría de los chicos llegan hasta cierto punto conmigo en que se preguntan: ¿tengo una relación o lo prefiero como amigo?. Si bien ya estoy en paz con eso, lo acepto y me resigno, hace tanto que nadie elige la primera opción que la verdad comienzo a cuestionarme si en realidad no es algo que estoy provocando a propósito. Tampoco es secreto que extraño tener una relación, tener a alguien cerca y compartir el día a día. Por eso era irónico que me esté enamorando de alguien que viva a kilómetros de la ciudad y a quien no veo seguido.

Ese fin de semana había una fiesta en Studio Theater, y había organizado para ir con mis amigos. Cuando le conté a Mateo, se puso un poco celoso, aunque trataba de disimularlo. Me parecía tierno, porque se le notaban los celos. Por eso lo sorprendí y se me ocurrió invitarlo. Aceptó venir.

Yo estaba ilusionado con que venga a la fiesta, conozca a mis amigos, y la pasemos bien. Ya que nunca habíamos compartido una fiesta juntos. Pero justo el día antes de la fiesta me dijo que no iba a poder venir. Me pareció raro, pero lo entendí, quizás fue mucho y muy pronto todo. Yo más que nadie sé que esas situaciones dan un poco de timidez e incomodidad. Hablo de cuando el chico que te gusta te presenta a su grupo de amigos y sentís la presión de caerles bien. No quería obligarlo y ponerlo en esa posición. Pero sentía que teníamos confianza para que me lo planteé si era lo que lo incomodaba y lo solucionábamos. Pero me dijo que no tenía que ver con esto. Simplemente se le complicó venir.

Durante toda esa noche me quedé pensando cuánto más iba a aguantar esto de que no estemos cerca, de que todo vaya tan lento y despacio, y si eventualmente iba a tener paciencia durante todo su proceso. ¿No estamos grandes para todo esto?. También pensé: ¿Cuándo te gusta alguien de verdad, acaso no hacés todo lo posible y necesario para que las cosas se den?


Más allá de todo esto decidí olvidarme un rato de todo este drama y disfrutar de la fiesta. Llegamos y estaba repleto. En la pista, la temperatura subía y entre el confeti y la transpiración de los cuerpos, empecé a tener esa sensación, esa intuición extraña de cuando sabés que algo va a suceder. Y de repente el presagio se cumplió. Un abrazo sorpresivo por la espalda. Era el Sr. Q, a quien no veía hace mucho. Desde que estaba de novio, desde que había decidido evitarlo. Por la forma en que me hablaba, demasiado cerca de los labios, parecía que había estado tomando un poco mucho. Me señaló a un grupito de sus amigos que estaban ahí cerca, entre ellos estaba su novio observándonos atentamente. Durante toda la noche, el Sr. Q, iba y venía de su grupo, me convidaba tragos y bailaba cerca nuestro. Cuando nos movíamos de lugar, él hacía todo lo posible por estar cerca. Cuando yo iba a comprar algo a la barra, me seguía para sacarme charla y nos quedábamos conversando alejados de todos. Yo estaba algo incómodo, pero debo admitir que me gustaba, él todavía tenía ese efecto en mi. Se ve que yo también provocaba un efecto en el, porque en un momento pude sentir el efecto que le causaba ahí abajo. Si, en ese lugar que piensan.



Hacia el final de la noche, su novio ya no estaba cerca y él estaba conmigo. Le pregunté: '¿y tu novio?'. Se acercó, me agarró del hombro y me dijo al oído: 'No es mi novio...no va a funcionar...es muy pendejo para mi' - ya muy entrado en copas. Traté de que no me afecte, pero si me afectó: ¿todavía sentía algo por el Sr. Q?¿era necesario volver a caer en estos sentimientos que tanto me costó superar?¿Con qué objetivo el Sr. Q me confesaba todo esto?. Decidí escaparme de esa situación comprometedora y salí a acompañar a mi amigo a fumar afuera.

Mientras trataba de procesar todo, mi amigo se puso a fumar y se acercó alguien a pedirle fuego. Era el novio del Sr. Q. Mi amigo se puso a conversar con unas chicas y el novio del Sr. Q se quedó conversando conmigo. Se presentó, y cuando le dije que me llamaba Pablo, me dijo: 'ah, vos sos Pablo...', ahí me di cuenta que él estaba más borracho de lo que parecía, 'El "Sr. Q" (obvio que él lo llamó por su nombre) siempre me cuenta de vos....', el nivel de incomodidad subió a 1000. 'Me contó que vos...' y justo cuando iba a decir algo, se auto-interrumpió y se fue contra una pared. Parecía que iba a vomitar. Fui a buscar al Sr. Q adentro para que lo ayude, le alerté que su novio se sentía mal y lo llevé hasta donde estaba. A lo lejos vi que se pusieron a discutir. El Sr. Q volvió para despedirse con un abrazo y se fue a seguirlo.



Después de una noche agitada, fuimos a desayunar con mis amigos. Yo pensativo y agotado de todo lo que había pasado. Cuando mi amigo me sorprende y me muestra una foto de Mateo en Grindr, conectado hacia unas cuantas horas. No lo podía creer. No solo me había mentido que no iba a venir a Córdoba, sino también había estado buscando concretar algo sexual con alguien y quién sabe, quizás estaba en ese mismo momento con otra persona. Al final no me extrañaba tanto como decía. Gran decepción.

Volví a mi casa exhausto y sin entender muy bien todo lo que había pasado. Con muchas cosas dándome vueltas en la cabeza era imposible dormir. Sólo pensaba en la mentira de Mateo, en sí me imaginé todo lo que habíamos vivido estos meses, si yo era al único que visitaba acá en la ciudad. En el Sr Q y toda su actitud, lo que me dijo en secreto, lo que no terminó de confesarme su novio. Pero sobre todo ¿por qué todo tiene que ser tan complicado?¿Porqué es tan difícil llegar a una relación concreta?¿Por qué siempre al final me quedo solo y sin nada en medio de miles de sentimientos ambiguos?¿Hasta cuando voy a seguir así?

Finalmente el hombre llorando de mi sueño era yo. El presagio se cumplió. 

Escrito Por Pablo M. Acuña


Pregunta para el foro: ¿Las relaciones son complicadas o las complicamos nosotros?

domingo, 16 de septiembre de 2018

Sin Título



‘Siempre está a mi alrededor, todo este ruido, pero nunca es tan fuerte como esa voz diciendo: “Dejá que suceda, dejá que suceda (se va a sentir tan bien) Sólo dejá que suceda”… Algo está a tratando de salir y nunca estuvo más cerca…Quizás siempre estuve listo’ – Tame Impala




Con Mateo nos habíamos cruzado en la calle más de 300 veces, 357 para ser exactos. En Happn, esta app que contabiliza las veces que te cruzás con alguien y hasta te indica en un mapa alrededor de qué cuadras. La app nos avisó que nos habíamos corazoneado mutuamente y comenzamos a chatear. Nuestras conversaciones no eran fluidas, porque el desaparecía por días y después reaparecía con mucha fuerza. Pensé que iba a terminar en una de esas relaciones virtuales genéricas esporádicas. Pero no. Después de un tiempo entendí que no vivía en la ciudad y venía de vez en cuando. Lo que era sospechoso, porque lo primero que pensé es que tenía una relación. Pero no. Estaba solo y me dijo que prefería que nos viéramos y charláramos en vivo, no le copaba mucho chatear por la app. Entonces, un día que visitó Córdoba, me invitó a tomar algo.

Nos encontramos en Güemes, lo vi venir a lo lejos con una sonrisa gigante. Me abrazó largo y tendido y fuimos a tomar una cerveza por ahí. Mateo era risueño y relajado, pero aún así le gustaba observar todo. Abro paréntesis: Por supuesto que Mateo no es su verdadero nombre, nunca le pregunté si podía usar su verdadero nombre, así que mejor así. Cierro paréntesis. Claro, era fotógrafo. A veces cuando le hablaba se quedaba observándome fijo y me intimidaba un poco. Era unos años más grande que yo, pero no tanto. La charla fue muy fluida y tranquila. Pero me costaba descifrar si era una charla de amigos o una charla de cita. Entonces usé la táctica de llevar las preguntas hacia el lado amoroso. Preguntarle sobre sus ex, sus relaciones pasadas, etc. Pero el era astuto para esquivar y eludir las respuestas. Volantear la conversación hacia otros lugares o devolverme las preguntas para que yo las respondiera sobre mí. De todas formas disfruté el desafío.


En la segunda cita (o no-cita), lo acompañé a cambiar unos jeans al shopping. Entonces pensé: ¿esto es algo que se hace con amigos o con alguien que te gusta?. No sé, quizás ya estaba buscando señales en cualquier lugar. Salió del probador y me dice: ‘¿Qué decís?¿me queda bien?’. Quedé un poco paralizado y le contesté que si. El se quedó mirando con una sonrisa como esperando mi reacción. Ahí me di cuenta que el también me estaba midiendo. Paseamos por el shopping un rato, yo lo observaba para ver si miraba a otros chicos, si se le escapaba alguna mirada de más o si hacía algún comentario al respecto. El shopping estaba repleto de material para testear debo decir. Paréntesis. ¿Acaso Córdoba tiene los chicos más lindos?¿o es sólo mi impresión? NO DIGAN QUE NO. Cierro Paréntesis. Dimos muchas vueltas. Yo muy atento, el inmutable solo me hablaba de la ropa que necesitaba para un casamiento que tenía pronto. Hasta que sucedió que nos cruzamos a dos chicos tomados de la mano. Paréntesis. ¿Vieron que volvió a ponerse de moda eso?. ENHORABUENA. Cierro Paréntesis. Eso si lo impactó y fue el primer momento que se quedó observando, ralentizó el paso. ‘¿Un ex?‘ le pregunté para desencajarlo aún más. Se rió y me dijo: ‘No, jajaja, nada más lejano’. Lo quedé mirando esperando una respuesta más. ‘Nada, no es algo que se vea en mi pueblo’ me explicó y después cambió la conversación.

La tercera cita (o situación sin título) fue casi toda en su auto. Tenía que llevarle unas fotos a una amiga en el Cerro de las Rosas y me pidió que lo acompañe. Después íbamos a merendar. A esa altura, yo estaba un poco impaciente. Durante la semana no nos veíamos y casi no conversábamos. A veces, yo le contaba que estaba con amigos y le aparecían como unos mini-celos. ¿Pero eran celos porque quería estar acá en Córdoba o eran celos por mí? No lo sabía. Se enojaba cuando no le contestaba los mensajes de inmediato y esas tonteras. Pero después me decía que era en joda. Como sea. en ese viaje largo en auto, tuvimos más tiempo de conversar. Creo que el se soltó más ya que no tenía que mirarme a los ojos y tenía que estar atento al tráfico. Entonces aproveché para tirarle camiones de preguntas. ¿Que tipo de chicos le gustaban?¿Cómo terminó su relación con su ex y porque?¿Si estaba todo bien con su familia?¿Si estaba actualmente con alguien en mente?¿Si le gustaría estar en una relación?. No se como explicarlo, pero me contestaba cosas concretas, que al mismo tiempo eran ambiguas. Por otro lado, eran preguntas que parecía que no se había hecho a si mismo o que nunca se las habían preguntado. Quizás no tenía experiencia en todo esto y lo estaba presionando e incomodando de más. No era mi idea y después de todo ¿cuál era mi apuro?
Cuando llegamos a la casa de su amiga, me quedé en el auto observándolo de lejos. Observaba como era el trato con su amiga, escuchaba su tonada a lo lejos y veía sus actitudes. Ahí me di cuenta que me estaba encariñando.



Ya que el día estaba lindo, decidimos ir comprar algo y merendar en el Parque de las Naciones. Comenzamos a charlar y me puse serio. ´¿Te puedo preguntar algo?' le pregunté. 'Si, me estuviste entrevistando todo el día'. 'La última, prometo'...'¿Porqué me corazoneaste en Happn?' . Lo pensó unos segundos 'Me gustaron tus anteojos...me pareciste simpático, me gustó lo que decía tu perfil de tomar algo...eso' me contestó un poco serio, un poco incómodo. '¿Algo más?' me increpó. 'Nada más' le contesté. '¿Vos por qué me likeaste?'. No había pensado que me podría devolver la pregunta. Lo pensé y respondí: 'Me gustó que te estabas riendo de verdad en una foto...me hizo gracia...y me pareciste simpático también'. Sonrió y siguió mirando para otro lado con un poco de vergüenza. Después de esa pregunta todo estuvo más relajado. Pasamos la tarde hablando de tonteras, la pasamos bien. Nos quedamos charlando hasta que comenzó a oscurecer. De vuelta en el auto, me dijo que había visto que me gustaba visitar museos. ‘¡Estuvo viendo mi instagram!’ pensé para mi mismo. No hice ningún comentario al respecto y dejé que terminara la idea. Me dijo que le gustaría que la próxima vez fuéramos a algún museo, ver muestras de fotos o algo así. ‘Si, dale’ le contesté. Vi que esbozó una mini-sonrisa casi imperceptible y me dijo: ‘Buenísimo’. Nos despedimos en el auto con otro abrazo sospechosamente largo y fuerte.

Unos domingos después tuvimos la cuarta…el cuarto encuentro. El estaba algo raro, un poco triste y más callado que de costumbre. Me contó que había empezado terapia hace poco. Me acordé lo desgastantes que eran esas primeras sesiones y lo entendí. El museo era perfecto para su estado de ánimo, porque solo había que observar, disfrutar y contemplar en silencio. Por momentos nos separábamos y me encontraba contemplándolo a él, contemplando las obras.

En una curva del museo sucedió algo inesperado. Dicen que cuando estás por empezar una nueva relación, flashes de tus ex pasan por tus ojos. Bueno, esto no era un flash, era un choque de frente con uno de mis ex. Ese que siempre me cruzo en los museos. Estaba con un chico ¿su novio quizás?. Me sonrió y tuvo que presentármelo porque no había mucho espacio en ese pasillo. ‘¿Cómo andás?’ me preguntó. ‘Todo bien ¿vos?’. Me dijo algo que no recuerdo bien, sólo escuché que usaba el plural de todo: ‘estábamos’…’vinimos a…’ y de repente me pregunta: ‘¿Vos?¿viniste sólo?’. ‘No, estoy con…’ hice una pausa para pensar con quién estaba: ¿con un amigo?¿con mi qué?. Me di vuelta buscando a Mateo pero no estaba por ningún lado. En mi mente el silencio duró mil años…‘con Mateo’ finalmente se me ocurrió contestar ‘no sé donde se metió’. Igual quedó como que estaba mintiendo. Pero no me importó. Ellos sonrieron y siguieron su camino. Nos despedimos. Mi ex me miró con cara de ESTE TIPO SIGUE SIENDO RARO. Pero a mi solo me importaba saber donde se había metido Mateo.



Lo encontré sentado observando una obra gigante. Le saqué una foto a el observando la obra sin que se diera cuenta. ‘¿Te cansaste?’, lo sorprendí de atrás. ‘No, estaba viendo desde acá’. ‘Está buena…mirá te saqué una foto’, se la mostré. ‘Que buena, pasámela después’ y agregó: ‘yo también te saqué una foto mirando una obra abajo’. Me sorprendí. ‘A ver…odio que me saquen fotos’ le aclaré. Sonrió y me mostró. ‘Bueno… no está tan mal’. ‘¿Aprobé?’ me preguntó pícaro. ‘Por ahora’ le dije en broma. Había un poco de tensioncita sexual, así que le seguí la charla ‘¿Cómo se llama la obra?’ -pregunté- ‘No tiene título’ me dijo y nos quedamos un rato en silencio mirándola.
Cuando era más chico, odiaba las obras a las que no le ponían titulo. Me molestaba cuando me acercaba y decía: ‘Sin Título’. De grande entendí que no era porque no les importaba, sino que era para no influir en la interpretación de la obra. De esa forma cada uno podía encontrarle su propio significado y terminar la idea en su propia cabeza. Era un poco lo que me pasaba con Mateo, de alguna forma eramos esa obra abstracta e inentendible que cada uno podía interpretar a su manera. Quizás solo tenía que sentarme a disfrutarla y contemplarla en silencio.
Esa noche, después de una linda tarde, nos despedimos en una esquina. Me dio otro abrazo interminable, pero este fue diferente. Por un momento hacia el final, hizo una pausa diferente y extraña. Creía que se venía un beso. Yo me quedé impávido esperando a que suceda. Mis ojos le gritaban: ‘¡Animate, estoy listo!‘. Pero solo me miró fijo y se separó con una sonrisa. ‘Nos vemos’ se alejó. Yo quedé sin palabras, solo levanté la mano y lo saludé.


Cuando entré a mi departamento comenzó a mandarme mensajes y a pedirme perdón por haber estado medio bajón. Me dijo que la había pasado muy bien y comenzó a mandarme fotos mías. Yo también le mandé. Mientras elegía las mejores para mandarle, observé y me di cuenta que las fotos escondían algo más de lo que yo podía expresar con palabras. Sentí que esto ya no era una obra sin título. Sentí que se llamaba: ‘Me estoy enamorando’.

Escrito Por Pablo M. Acuña


Pregunta para el foro: ¿Cómo y cuándo te das cuenta que estás enamorado de alguien?

lunes, 18 de junio de 2018

Buenos Aires Horror


'Algo nos acecha a la distancia, desde los muertos brillan fragmentos de luz...Se acerca la oscuridad y será nuestro fin. A veces, cuando todo está perdido, bebemos de la fuente de la juventud y no envejecemos más. A veces, volamos de nube en nube, volamos lejos, nos perdemos y no nos encuentran jamás' - Miami Horror




[ Leé la Primera Parte de este viaje haciendo click acá] 

A la mañana siguiente, desperté feliz en la baticueva de Batman, ahí me di cuenta lo que extrañaba esto. Despertar con alguien al lado, sentir el calorcito de otro cuerpo en la cama, hasta sentía que había dormido más plácidamente que de costumbre. Su espalda, besable, sus hombros con rastros de la noche anterior, todo muy acariciable. Pero no quería despertarlo de su profundo sueño. Ya no estaba con Batman, estaba con Bruno Diaz.

De repente, a lo lejos se escucha el celular llamando, su celular. El se despierta y sale disparado a atender en secreto, yo cerré los ojos y me hice el dormido. Un poco intranquilo, me preguntaba si era su novio diciéndole que estaba en camino, miré a mi alrededor para ver donde había ido tirando mi ropa. Cuando volvió a la habitación, le pregunté directamente: ‘ ¿Quién era?¿tu novio?’, haciéndome el relajado. El sonrió y se sorprendió por mi pregunta. Claro, durante toda la noche, no habíamos mencionado su relación abierta. Antes de contestarme, se quedó pensando unos segundos con una cara de entre pánico y ternura. Me dijo que era su padre, de repente, no me sentía tan relajado, es más, hasta me arrepentí de preguntarle eso, quedó como que le estaba exigiendo explicaciones o algo. Por suerte el si era relajado y se lo tomó con gracia. Le dije que estaba investigando para mis columnas, investigando sobre las parejas abiertas. ‘¿Cómo sabes?’ -me interrumpió. Le recordé que en su perfil de Scruff especificaba eso. Me dijo que no recordaba haberlo puesto. Además le expliqué que todo su departamento lo delataba.

Se puso un poco serio para profundizar. Se acostó en la cama y pensativo me comenzó a contar todo como en una sesión de terapia. Me dijo que habían estado juntos casi 8 años, de los cuales convivieron 2 y no les fue muy bien. La idea de abrir la relación nunca fue de él y de hecho, le sorprendió la propuesta. Al principio le costó aceptarlo, pero lo intentó porque no lo quería perder. Y por unos meses, lo lograron. Se divertían, la pasaban bien, parecía que habían descubierto la clave de las relaciones y se sentían unos genios. Pero después de unos meses, eso también se volvió rutinario.

Más tarde una mirada de más provocó que empezaran los celos, los secretos, la incomodidad y decidieron abrir la relación. Cada uno podía hacer las cosas por separado. Propusieron unas reglas y como el cariño entre ambos todavía era muy fuerte, les funcionó. En eso estaban ahora. Cada uno en la suya, por semanas están juntos y conviven. Y por otras semanas no. De todas formas, Bruno me dijo que le estaba costando, porque siente que no siempre pueden estar juntos cuando se extrañan o cuando se necesitan, y para eso, directamente era conveniente terminar la relación. Además esto de abrir la relación le hizo conocer gente copada, con la que quizás le hubiese gustado estar más tiempo, y debido a estas ‘reglas’ , las terminó perdiendo. Estaban como estancados. La charla se puso seria y el también, pero también parecía aliviado de contarlo. Se levantó de la cama y me invitó a quedarme a desayunar.


Me preguntó qué haría yo. Le dije que le explicaría esto mismo que me había dicho a mi. Que quizás podían volver a intentar rebobinar la relación a como era antes o seguir adelante. Porque así estaban estancados en algo que no les cierra. Esa impotencia de avanzar siempre termina explotando y quizás hasta le termine tomando bronca. Eso es peor. El asentía con la cabeza callado. ‘Si yo lo entiendo, ¿cómo no lo va a entender alguien que te conoce y quiere hace ocho años?’ le dije. Podía ver lo que le pasaba a Bruno por la cabeza, esa sensación espantosa de pensar que vas a perder a alguien para siempre. Cerró el tema con un beso (en realidad unos cuantos besos más), quería que me quede un rato más. pero me tenía que ir. Me acompañó a la puerta: ‘¿La pasaste bien?’- me preguntó-. ‘Muy bien’. ‘Nos vemos, Clark’, bromeó y me dio un chape de despedida. Aunque sabía que por esas ‘reglas’ de su relación abierta, quizás no lo iba a volver a ver nunca más.

Mientras volvía al hotel, todo se veía diferente. La humedad pegajosa, la gente que antes me parecía sexy, ahora parecían zombies caminando hacia sus trabajos, malhumorados, se tocaban bocina con furia rabiosa, se puteaban. La ciudad parecía más sucia. La gente que corría alrededor de la cuadra haciendo crossfit: demacrados, ojerosos, no parecían seres humanos. Entre toda esta oscuridad, me sentía super feliz por la noche que había pasado con Bruno. Mi celular comienza a sonar de repente y me asusto. Era mi amigo que quería arreglar lo del recital de la noche, estaba un poco ansioso.
Pero antes necesitaba dormir un rato para estar más fresco al acompañar a mi papá al hospital. El sueño profundo rápidamente se convirtió en una pesadilla horrible en la que había mucha gente llorando, entre esas personas estaba el Sr.Q. La alarma me salvó. No tenía tiempo de analizarlo, tenía que ducharme y salir.

En el hospital mientras mi papá entraba a hacerse los estudios, me quedé esperando solo. Mi mamá llamaba todo el tiempo preguntando como iba todo, se la notaba preocupada y nerviosa. Yo también lo estaba, trataba de distraerme mirando algún doctor o algún enfermero que pasaba por ahí. Durante todas esas largas horas de espera, pensé en lo que me había dicho Bruno, en lo de tener a alguien al lado cuando realmente lo necesitas. Y obviamente eso me condujo a un temible espiral de pensamientos: cuando sea viejo y necesite hacerme estudios ¿quién va a estar a mi lado? ¿alguien va a estar preocupado y nervioso por mi?¿alguien va a estar esperando que mis estudios salgan bien?¿a alguien le va a importar?.


Por suerte todo salió bien, llevé a mi padre a merendar y celebramos como se merece. Aún así, esa noche, tenía todavía más ganas de festejar. . Llegamos con mi amigo a Crobar, a la fiesta MSTRPLN. Mientras esperábamos para entrar, nos pusimos al día en nuestras dramáticas vidas sentimentales, ya queríamos entrar y ahogar nuestras penas. El lugar era gigante y estaba repleto, la noche estaba espectacular, parecía una noche de verano, pero de esas lindas, esas frescas y agradables. Más tarde estábamos listos para el recital de Miami Horror. Atravesamos todo el río de gente para llegar lo más adelante posible y estar con los que poguean. Así de energizados estábamos. Llegamos cerca de un grupito de extranjeros y nos hicimos amigos de ellos. Frank era de Washington y era más alto que Frankenstein, un Frankenstein rubio. Se agachaba para sacarme charla y yo apenas lo escuchaba. Me preguntaba cosas sobre la banda, si los había visto antes y demás. Me tomaba del hombro y cada vez se acercaba más. Mi amigo me guiñaba el ojo disimuladamente. La banda comenzó y la pasamos espectacular. Gritamos los temas, bailamos y agitamos. Fue como volver al 2007, como tener 24 otra vez. Subí algunas historias de instagram de la banda.


Cuando terminó el recital, seguimos bailando un rato, pero mi amigo recibió un mensaje. El chico que le gustaba lo invitaba a una fiesta a una casa. Le dije que fuera, que no se preocupe por mí. ‘Sólo se vive una vez’ le dije y sabía lo importante que era para él (de hecho lo fue). Me quedé solo en la fiesta, como hace años no sucedía. Extrañaba a mis amigos. Fui por un trago a la barra que estaba explotada de gente, por lo que decidí ir a otra. Me di cuenta que a un costado de la pista, había un túnel oscuro y tenebroso que llevaba a quien sabe dónde. No lo había visto antes. Me metí y me encontré con otra pista diferente. Había otro dj con música electrónica. La barra estaba vacía. Fui a comprar un trago y me quedé bailando por ahí un rato. Un chico apareció de la nada y comenzó a hablarme. Me asusté y se rió. Me preguntó si estaba solo. ‘¿En la vida?’ pensé para mí mismo. Le dije que sí (por lo general digo NO, pero quería ver qué pasaba). Me invitó a bailar con sus amigos, que la verdad no parecían estar en este plano astral. Entre baile y baile comenzamos a conversar. Todavía no estaba seguro de sus intensiones, hasta que me invitó a sentarme un rato, para ‘descansar’. Ahí me quedó más claro. Cuando se dio vuelta vi que tenía piercings en la nuca. Me pareció sexy. Empecé a sentir buena onda de su parte y me relajé. Sin querer me tocó las manos y se dio cuenta que estaban heladas nivel cadáver (como siempre). El parecía tener fiebre. Le toqué la frente en broma y parecía derretirse. Me llevó a un pasillo que estaba medio vacío y se inclinó para besarme. Me dejé llevar (por lo general no lo hago pero: sólo se vive una vez).


Una de sus amigas vino a buscarlo un poco abruptamente y no escuché mucho que le dijo, pero parecían estar discutiendo de algo. Parecía que iba a ser una discusión larga y tantos besos me habían dado sed, así que fui a buscar otro trago a la otra pista.

A lo lejos vi que Frankenstein ya había encontrado una nueva pareja. Y no era un hombre. Mientras esperaba que me dieran el trago. Me escribieron en la historia de instagram. Sorpresivamente era el Sr. Q, que me preguntaba sobre el recital. Le contesté inmediatamente (por lo general cuento hasta 100), y me contestó ‘Quiero estar ahí!’ y unos emojis de llanto. ‘A mí también me encantaría que estés acá’, pensé para mí mismo, pero recordé que él estaba de novio, así que contesté algo genérico. También recordé mi pesadilla y de repente todo tuvo sentido.

Traté de volver a la otra pista con el chico de los piercings, pero la compuerta del túnel ya no estaba, el portal se había cerrado y no había forma de volver al otro lado. Era una conexión al otro boliche que solo se abría por un rato en la noche. Frankenstein me vio a lo lejos, me invitó a bailar con él y sus amigos nuevamente. Me quedé moviendo el esqueleto con ellos hasta el final.
¿Cuál es la moraleja de este cuento de terror? Por más que el miedo nos paralice, a veces, hay que dejarse llevar, porque nunca se sabe cuándo se va a cerrar un portal, o cuando se nos termina el tiempo en este plano astral. Sólo se vive una vez y la fuente de la juventud quizás sea animarse a hacer esas cosas que nos dan más temor. Y, por más que parezca que estás monstruosamente solo, siempre hay algún fantasma que se muere por estar ahí con vos.

Escrito Por Pablo M. Acuña


Pregunta para el foro: ¿Qué es lo que más te da terror del futuro de tu vida sentimental?

miércoles, 14 de febrero de 2018

Pensamientos Salvajes


'Cuando estoy con vos todo lo que tengo son pensamientos salvajes, ven a verme en el medio de la noche y te muestro sobre el amor' - Hobbie Stuart


¿Te gusta que te muerdan? -me preguntó- Le contesté que sí y le gustó. Me preguntó en dónde específicamente, le contesté y le gustó aún más. Así eran los mensajes que nos mandábamos con Batman (le decía así a Sebastián, porque en uno de sus perfiles salía con una máscara de Batman). Con el que había coincidido en Tinder, en Scruff y en otras apps de citas. Por conflicto con nuestras agendas no pudimos encontrarnos en Córdoba, pero justo me surgió un viaje a Buenos Aires y habíamos arreglado vernos ahí.

Durante el viaje nos mensajeamos sobre el encuentro, lo que íbamos a hacer y hasta sobre posiciones sexuales que íbamos a hacer. La charla se ponía cada vez más hot y también recibí algunas fotos de él, que por cierto estaban bastante buenas (en todo sentido). Mientras mi parte animal quería saltar adentro de las fotos, mi parte racional no quería generar tanta expectativa, para que después no se desinflen. Pero había un tema que estábamos evitando: en sus perfiles decía que tenía una relación abierta y todavía no lo había mencionado.

No me preocupaba tanto el tema de la relación abierta en sí, sino más bien las reglas técnicas. Es decir, esto de las relaciones abiertas está de moda hace mucho, no es algo nuevo. No es que no haya estado con gente en relaciones abiertas (a veces sin saberlo); más bien me preocupaban cosas como si íbamos a tener sexo en el departamento de los dos, hasta si lo iba a poder besar en la boca. No sé, cada pareja tiene sus reglas en esto de las relaciones abiertas. No sabía si iba a ser algo por única vez o si podíamos vernos todas las veces que quisiéramos. Esas cosas. Pero bueno, cuando sos 'el otro', lo mejor es relajarse y dejarse llevar por el instinto.

Para relajarme entré al MALBA un rato a ver una muestra. No sé si les pasa, pero hay días que no me siento para nada sexy, y después hay otros en que si y, de repente, todo me parece sexy. Todo a mi alrededor me calienta. Este era uno de esos días. El brazo del guardia del MALBA que me abrió la puerta, los labios de la chica que me vendió la entrada, la arquitectura y hasta la muestra que era bastante minimalista me parecía sensual, tenía ganas de tocarla. Me vibra el celular, era un mensaje de Batman pasándome los datos de su departamento donde nos íbamos a encontrar. Me mandó unas 'nudes' desde el baño de su oficina, en broma, porque le había dicho que me daban gracia esas cosas. De todas formas me calentó igual. Me dijo que no veía la hora de verme, que me alimentara bien porque iba a necesitar energía a la noche. Eso también me calentó. Volví al hotel rápidamente porque estaba un poco lejos. En el camino recibí un mensaje de un amigo de Buenos Aires para salir el finde, quería que vayamos a ver la banda Miami Horror. Le dije obviamente que sí.


Mientras el taxista hacía un monólogo sobre algo que no me interesaba para nada, me distraía pensando en lo que iba a ser esa noche. Pensamientos salvajes se me cruzaban por la mente. Pensaba si masturbarme para ir más relajado o si autocontrolarme. La gente que nos cruzábamos en los semáforos tampoco ayudaba. Mucha gente haciendo ejercicio, transpirados y con shorts bastante cortos. Con mandíbulas, barbas y labios que podía morder por horas, en mi mente abría la puerta y me abalanzaba a ellos y les decía de todo al oído. Mi mente debe haber estado enviando energía sexual en voz alta porque uno de ellos se dio vuelta y me sornió. Toda la calentura se bajó cuando el taxista me dijo el precio del viaje.

Esa noche, mientras esperaba la batiseñal, mi papá me mensajeó diciéndome que su turno para hacerse los estudios era a la tarde. Recordemos que ese era el objetivo de este viaje: acompañarlo. Eso me tenía algo tenso y nervioso, por lo que esta noche con Batman me iba a servir para despejarme también.

Esos últimos minutos de espera antes de encontrarte con un desconocido, se te empiezan a cruzar todo tipo de pensamiento por la cabeza. Pensamientos como: ¿será peligroso?¿cuál va a ser mi estrategia si la situación se torna oscura?¿a quién puedo llamar?¿a quién le aviso dónde voy a estar? y todo eso. Acá era donde volvía a entrar en juego el instinto, y claro la experiencia también. Por lo que sabía de él, sentía que iba a estar todo bien.

Caminé hasta su departamento porque quedaba cerca, mis ganas hicieron que llegara antes de lo esperado. Antes de tocar el timbre, di vueltas por la cuadra para relajarme. Desde un balcón, un gatito me seguía con la mirada, no entendía que estaba haciendo. La noche estaba perfecta: una noche fresca pero despejada, divisé la luna creciente entre los edificios. Todo iba a estar bien entonces.

Toqué el timbre en la baticueva, me atendió y el portero, que era bastante parecido a Alfred por cierto, me abrió la puerta y me llevó hasta el ascensor. Me sonrío como si supiese algo de lo que estaba por suceder. Me vi por última vez al espejo, la puerta se abrió y me estaba esperando ahí, me asusté un poco. El se sonrió. Me abrazó como si me conociera de toda la vida, creía que iba a ser más frío, pero no. Me acarició la espalda en el saludo y después me tomó de la mano llevándome hacia su departamento. El pasillo era largo y la luz se apagó automáticamente. Se frenó y me apoyó contra la pared. -Hola, me susurró, inclinó su cabeza y me preguntó: -¿Puedo?. Le dije que si y comenzamos a besarnos en la oscuridad. El beso se estaba poniendo demasiado salvaje, y me encantaba. Sentimos el ascensor en movimiento y nuestra excitación se estaba acelerando ahí abajo entre nuestras piertas. Lo sujeté de las costillas firmemente y le dije que entráramos a su departamento. -Está bien- se soltó- Me calmo, no te quiero gastar- sonrió y abrió la puerta.


-¿Querés tomar algo?- me preguntó, después de esos besos quedamos con mucha sed. -¿Que vas a tomar vos?- le pregunté- me levantó una botella de Campari- Dale - le dije. Mientras preparaba el trago, exploré su departamento, un departamento digno de diseñador gráfico: las repisas, sus libros, su música, todo bien acomodado. Llegué hasta su balcón, tenía una vista muy linda y despejada, lo que es bastante difícil de encontrar en los departamentos de Buenos Aires. Rápidamente me di cuenta que dos personas vivían ahí, pero no dije nada. Trajo los tragos al balcón, brindamos y nos miramos. ¿Les dije que tenía ojos azules superpenetrantes?. El balcón no era tan grande, por lo que estábamos demasiado cerca. Conversábamos de algo que no recuerdo y me tocó el brazo. -Estás helado-me afirmó, le contesté que siempre tenía las manos frías. El por el contrario parecía una estufa. Me frotó un poco para darme calor y me invitó a entrar.


En el sillón conversamos un poco más, me preguntó sobre mi papá y yo sobre su familia también. Me contó que su madre falleció cuando era chico y su padre lo crió pero no volvió a formar pareja. Inmediatamente cambió de tema y me dijo que nunca había estado con un cordobés. Le expliqué que en realidad era santiagueño, aunque como era adoptado, en realidad podía ser de cualquier lado, 'como Superman'  me dice (un chiste interno que teníamos). Me preguntó sobre estas columnas y si iba a escribir sobre él. Le dije que probablemente. Entre los silencios se sentía como el deseo se nos salía por los ojos. Dejamos los vasos en una mesa ratona y comenzó a acariciarme. -¿Estás bien?-me preguntó. -Muy bien -le contesté. Y ahí no aguantamos más y comenzamos a besarnos como animales. El sabor a naranja hizo todo muy placentero. No podíamos parar. Bruscamente nos tiramos al sillón, me preguntó si podía levantarme la remera y comenzó a comerme a besos las costillas. Cada vez me mordía con más intensidad y me preguntaba si me gustaba y si lo podía hacer más fuerte ¿quién dijo que el consentimiento no puede ser sexy?. Mientras yo asentía iba subiendo de un lado y del otro hasta llegar a morder esa esquina entre el brazo, la axila y el pectoral. De la exaltación, sin querer, tiró y rompió el vaso con lo poco que quedaba del trago. Tuvimos que parar. Le ayudé a levantar los pedazos y llevarlos a la cocina. Y ahí seguimos besándonos un poco más contra los aparadores, en la mesada, contra la cocina. Me preguntó si quería ir a la habitación y ahí fuimos.


Tenía una cama de dos plazas, bastante grande, por suerte. En ese momento ya me había olvidado totalmente lo de la relación abierta. Nos fuimos desnudando el uno al otro entre besos y mordidas. Y ahí si comenzó Batman vs. Superman. Hicimos todo lo que habíamos dicho que íbamos a hacer en los mensajes y mucho más. Aprovechamos cada centímetro de nuestros cuerpos, no nos quedó ningún espacio sin saborear. De repente frenó y abrió el cajón de la mesita de luz. -Mirá que compré- con cara deemoción sacó preservativos con tachas, recordó que la había dicho que me gustaban. Su cara me dio ternura más que nada ¿quién dijo que el amor y el sexo no van de la mano?. Todo se puso más salvaje y, por momentos, bestial. A veces la piel y la química sexual hacen todo el trabajo. Terminamos exhaustos, felices, hasta dormirnos en los brazos del otro.



A la mañana siguiente nos despertó un celular que sonaba a lo lejos. El había dejado su celular en el sillón o por ahí. Se levantó a atender. Traté de escuchar con quien hablaba y sobre qué. Cuando volvió a la habitación, vio que estaba despierto. Se acercó a darme un beso. Le pregunté sonriendo -¿Quién era, tu novio?. Sonrió y se quedó sorprendido por la pregunta. Se quedó sin palabras unos segundos antes de contestarme...

Continuará...

Escrito Por Pablo M. Acuña



Pregunta para el foro: ¿Estuvise alguna vez con alguien que esté en una relación abierta?