miércoles, 14 de febrero de 2024

El Único



 ‘Supongo que uno nunca sabe, nunca lo sabe. Si me querías, lo hubieras demostrado realmente. Pero si no sangras, nunca crecerás, y está todo bien ahora. Pero éramos algo especial, ¿no te parece?. En nuestros furiosos 20s tirando monedas a la fuente. Y si mis deseos se hicieran realidad, hubieras sido vos’ 
– Taylor Swift

En esas madrugadas de insomnio, tratando de apagar el cerebro en la oscuridad, me llega una ruidosa y luminosa notificación al celular. ‘Ok, veo la última notificación y me duermo’. Sinceramente pensé que iba a ser el clima o algo así, pero no. Era de esas notificaciones de Facebook, que te avisa cuando alguien está en Córdoba. Algo totalmente retro y que no lo hace con casi nadie. Cuando me fijo, era él. Le vamos a decir Sr. I (por innombrable) ya que la última vez que lo nombré, todo terminó mal.

Entré a su perfil para ver que era de su vida y, por supuesto, su Facebook había quedado estancado en los 2010’s, que era casi la fecha en que nos conocimos. La verdad la habíamos pasado excelente. Recuerdo que tuvimos una cita para almorzar (tuve pocas de esas). Era un agosto helado, hacía poco había nevado, su departamento tenía una luz natural hermosa (perdón, siempre en mi cabeza pienso en las locaciones que estarían buenas para filmar, y esta era perfecta) y aunque estaba nublado, la intensidad de las nubes blancas hacían que todo se sintiera, no sé…como un sueño. Fue super tierno todo y hasta romántico, recuerdo que pensé por un momento que el Sr. I, era re para ponerse de novio (o boyfriend material). Gran parte de la cita, la pasamos bajo el acolchado, conversando y calentando nuestros cuerpos. Muchos mimos y besos calentitos. Cada vez que pienso en la expresión: ‘hacer el amor’, pienso en ese momento. Como una sueña que salga la primera cita.

Pero rápidamente, todo se transformó en pesadilla cuando, semanas después, vio la columna que escribí sobre él. Y nunca más me dirigió la palabra. Debido a mi inexperiencia, creo que di demasiados datos sobre él y supuso que la gente lo iba a descubrir. En mi defensa, no tengo ninguna defensa. Mi inseguridad me mandó un mensaje de texto preguntándose: ¿acaso el Sr. I sentía vergüenza por él o por haber estado conmigo?. En mi cabeza traté de ignorar ese mensaje.

Esa noche me quedé fantaseando con la almohada y pensando en lo que hubiese pasado si nunca escribía sobre él. ¿Hubiésemos llegado a algo más?¿Hubiese soportado que el se fuera de viaje tantos meses por año?¿Me hubiese ido con él a vivir a otro país?¿Tendría una vida totalmente diferente a esta?¿y si él era “el indicado”, una oportunidad única? ¿Acaso tendríamos una mejor vida?¿más divertida?¿más acompañada? O por el contrario, como dice Taylor: ¿acaso los grandes amores de todos los tiempos se terminaron para siempre? Es muy loco que algo tan pequeño, un único error insignificante o un evento ínfimo, pueda cambiar el rumbo de tu vida.

Mientras escribo esto mis padres están cumpliendo 50 años de casados. ¡50 AÑOS!. ¿Se pueden imaginar algo así en estos tiempos?¿en este mundo que vivimos?. Por empezar, ya no me dan los tiempos creo. Al contrario, matemáticamente estoy más cerca de cumplir 50 años de soledad. Bueno, estoy siendo dramático, pero ustedes me entienden. 

Cuando era chico y soñaba con escaparme de mi provincia, siempre pensaba en venir acá. Y una de las cosas que me trajeron fue justamente para ser libre de enamorarme. Y tenía claro que quería una novio, casamiento, hijos adoptados, gato, perro. Todo. Pero las cosas se volvieron cada vez más complicadas. Por empezar 20 años de los avances tecnológicos más rápidos de la historia. Ni hablar en el mundo de las citas. Imagínense que tengo amigos que nunca se han acercado a alguien, así en carne y hueso, a tratar de conquistarlos. Siempre todo empezó antes por una app de citas o red social. Y las opciones, las benditas opciones infinitas que nos cruzamos día a día en cada historia de Instagram. Cada una es literal un multiverso del que podríamos ser parte.


Si tan solo hubiésemos tomado ese camino, si hubiésemos insistido un poco más y en lugar de un fueguito enviábamos un corazón. Si hubiésemos tenido paciencia hasta que la conversación fuera más fluida. Si hubiésemos interpretado mejor ese mensaje entre líneas. Si hubiésemos cedido nuestro ego y hubiésemos enviado ese mensaje sin miedo a una respuesta negativa. Si hubiésemos sido menos estratégicos y más concretos. Si nos quedábamos con esa persona a pesar de lo que puedan pensar los demás. Si una única cosa hubiese sido diferente ¿todo sería diferente?. ¿Estaría casado con el Sr. I?¿Viviríamos juntos?¿Tendríamos un gatito?. En fin, las oportunidades son infinitas, pero también aumentan las posibilidades de meter la pata, de equivocarse. Supongo que nuestros padres no tenían que lidiar con todo esto, quizás eso les jugó a favor.

Por otro lado, si me quedaba con el Sr. I, o yendo más atrás, con Rafael, mi primer novio cordobés, quizás nunca hubiese conocido a otras personas. Nunca hubiese tenido tantas citas, no sabría lo que es ser soltero en esta ciudad, y esta columna no existiría. No hubiese desarrollado nunca la afición por escribir. Eso me pondría triste. ¿Pero no podría haber sido un poco y un poco?. Quizás el destino me convertía en escritor igual. De columnas sobre la pareja o si me mudaba a otro país: Sexo Gay En Otra Ciudad.

Nunca lo sabremos. A veces me cuelgo pensando ¿Qué estarán haciendo mis ex en este momento?: ¿Qué será de su vida?¿qué aventuras estarán viviendo?¿Será feliz en su nueva relación?¿Me habrá perdonado?¿Seguirá siendo celoso tóxico?¿Se habrá arrepentido de no haberme dado una oportunidad?¿Se acordará cuando hablamos de casarnos?¿Habrá aprendido a besar mejor?¿sabrá que lo amé en secreto por muchos años después de separarnos?¿sabrá que volvería con él si me lo pidiera? 

Con Rafael, mi primer relación formal, dejé todo claro años después de que terminamos, creo que 10 años después. Encontré en un cajón su número de teléfono en un papel que había guardado de recuerdo. Pero cuando llamé, no funcionó, el celular ese ya no existía. Pero si existía su apellido, que era algo extraño. Así que tomé la guía de teléfonos (retro ¿no?) y busqué su apellido, llamé uno por uno a los teléfonos que había. Y lo logré. Conseguí comunicarme con él. Hablamos de la vida. Creía que no se iba a acordar de mí. Y al contrario, si me recordaba con ternura. Conversamos un rato largo y al final de la llamada me animé a decirle que había cometido un error en dejarlo. Que nunca más me crucé con alguien tan único y especial como él. Que nunca debería haberme ido de su lado. Lloramos un poco. Me dijo que no me torture con eso, y que todo pasa por algo. ¿Pero es realmente así?¿ya estamos predestinados a vivir los amores que vivimos y cómo los vivimos?¿o simplemente es un error y sus consecuencias?

Durante los siguientes días, me parecía ver al Sr. I en todos lados. En las paradas de los colectivos, manejando autos, en los bares, paseando por Güemes o en la fila del supermercado. Pero esperen…el chico de la fila del supermercado…¡ES ÉL!. Grité en mi mente, tratando de no hacer ningún movimiento en falso. No quería que me descubriera. No quería que nuestro reencuentro se diera así, no estaba mentalmente preparado para esto un martes a la siesta en esa sucursal del famoso supermercado de nombre francés. ¿Pueden creer que la traducción de la palabra es: intersección de caminos, encrucijada?.

El estaba de espaldas, descargando lo que había comprado en la línea de cajas. Y yo observando los productos para ver si era una compra individual o una compra para dos. Pero debo haber mirado demasiado intensamente porque de repente, se dio vuelta. Y me vio…Se quedó unos segundos congelado, como ese agosto gélido que pasamos. Yo esbocé una sonrisa incómoda, pero él volvió en sí y continuó sacando las cosas de su canasto. Y si, era una compra individual. El se fue sin mirar atrás. cuando pasó por la vidriera hizo un tímido intento de mirar para adentro, pero no lo logró.

En un universo paralelo, nos abrazamos e iríamos a tomar juntos un café. Nos pondríamos al día sobre todo lo que estuvo pasando en nuestras vidas. Nos reiríamos de cómo éramos a nuestros 20s y hasta hablaríamos de nuestros fracasos amorosos. Hubiera sido divertido. Pero no, en este universo, al salir del supermercado, por esas cosas de la vida, él todavía estaba en la esquina. Mi costado romántico me mando un mensaje: ¿Tardó tanto en hacer esta media cuadra o acaso hizo tiempo para verme mejor?. En este caso le clavé el visto.

Mientras me acercaba él me miró, estábamos lejos para saludarnos, pero cerca como para no reconocernos. Él simplemente dijo ‘Pablo’, yo tragué saliva y contesté: ‘¿Cómo va?’. Él sonrió y siguió su camino. Como dice la canción: las mejores películas de todos los tiempos, nunca se hicieron.

Escrito Por Pablo M. Acuña


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Pregunta para el foro: ¿Qué cambiarías de tu pasado para recomponer una vieja historia de amor?¿Espías la vida de tus viejos amores o preferís bloqueo total?

lunes, 14 de agosto de 2023

Cambiando La Piel



‘Estoy cambiando la piel, sobreviviendo, de las cenizas de ayer, voy renaciendo. No me digas cuál es la nota, que ya no soy el mismo de ayer. Tus dagas ya no son tan filosas, yo ya estoy cambiando la piel’ – Wos & Nicki Nicole


 

Después de unos largos años de Pandemia Mundial, estábamos viendo la luz al final del túnel. Llegaron las vacunas, y con ellas un poco de alivio, bueno, eso si obviamos a los incrédulos de las vacunas. Porque claro, siempre hay lugar para una nueva grieta, y este país, tiene más grietas que mi corazón.

Hablando de mi corazón, me había acostumbrado tanto a conocer gente online (ver columna anterior) que ya me había olvidado cómo era un ser humano offline, o sea, de carne y hueso. Me había olvidado de cómo eran las bocas y las barbas. Estábamos cerca de volver a vernos las caras completas y sacarnos esa segunda piel horrible que fueron los tapabocas.


Era hora de volver a la realidad, dejar de llenarnos de alcohol y salir a tomar un que otro trago. Cambiar de la fase del aislamiento, a la del acompañamiento. Pero ¿estábamos emocionalmente listos para regresar a la cancha?¿Después de tanto distanciamiento de nuestras habilidades sociales, íbamos a estar preparados para un acercamiento real?

Por un lado, yo seguía con un poco de miedo. Sentía que no había que descuidarse tanto. Además de haberla pasado muy mal emocionalmente, tenía gente cercana que todavía se seguía contagiando, algunos, por segunda vez. Y eso me paralizaba un poco, ya que, hasta acá, venía invicto. En medio de toda esta incertidumbre mundial, estaba mi propia incertidumbre. Tenía una cita pendiente con Rulitos, así le decía al chico que me había acompañado virtualmente toda la pandemia, en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad. Nuestra relación tenía que salir del aislamiento y pasar a la fase de conocerse en vivo.

Pero, ¿estaba preparado para esa presión, después de unos ataques de pánico, vértigo y todo mi caos mental?. En mi mente, todavía no era momento. Necesitaba un poco más de tiempo, pero sentía que él no lo iba a entender, que iba a creer que le estaba histeriqueando, que estaba evitando conocerlo. Pero la verdad es que tenía un poco de miedo. Un poco traté de explicárselo, como pude, y creo que lo entendió. Pero al mismo tiempo siento que nos alejó un poco. ¿Cómo saber si se alejó para darme espacio o porque prefirió no avanzar en la relación?. Lo que se me cruzaba por la mente en ese momento, era pensar que si después de todo lo que pasó en el mundo entero y en el mundo interno de mi mente, ¿qué iba a pasar si teníamos la cita y salía mal?¿si no le gustaba?¿si me sentía rechazado o si él no me veía más que para amigos?. Me iba a sentir muy mal la verdad. Y eso iba a manchar un poco lo que tuvimos durante los últimos meses. La verdad no tenía la fuerza mental para caer en esa tristeza.

Y si, todo tenía que ver con mi inseguridad, el saboteador interno instalándome nuevos miedos y preocupaciones. Escribiéndolo ahora, mucho tiempo después, la verdad que me arrepiento de haber cedido al miedo. No les pasa a veces, de ver a alguien en las redes o en las apps de citas, alguien que les gusta mucho y pensar: tiene una vida tan linda, pacífica y feliz, que no sé si me veo con él. Siento que no combino, siento que voy a llevar todo mi caos y se la voy a alterar o arruinar. Y por ahí se me cruza ¿debería esperar a estar un poco más estable para estar con él?. Sé que lo que mostramos en redes es una ilusión óptica, es casi todo prefabricado, pero de todas formas es imposible no pensarlo, al menos para mi. También hay que decirlo: que cagón y que cobarde que fui. Porque si hubiese salido bien, quizás hoy no estaría tan solo y si salía mal, no tendría esta incertidumbre. 


En ese momento, no quise molestarlo con mis dudas y vueltas, así que dejé todo en stand by, porque sentía que si lo rechazaba una vez más o si le posponía una salida más, iba a creer que estaba jugando con él. Hice la gran ‘Prófugos’: al menos sé que huyo porque amo.

Después de vacunarnos, que por cierto fue un nuevo nivel de caos, de a poco fueron volviendo las reuniones con amigos, libres de tapabocas. Y por supuesto, lo primero que hice, fue reencontrarme con la familia. No les puedo explicar lo que reconfortante y emocionante que fue volver a abrazarnos. Que hayamos sobrevivido los cuatro sanos, fue el mejor regalo. Un premio a ser responsables. 

Poco tiempo después, con mis amigos, planeamos la primera previa y salida como en la vieja normalidad. Nos reencontramos con algunos que no veíamos hace mucho, esos que viven lejos, o los que estaban en otros países y no habían vuelto en años.

En la disco, pasó lo mismo, no más mesas en la pista, no más protocolos, éramos libres de bailar todos juntos normalmente, volver a ver caras conocidas, a los ‘socios vitalicios del ocio’ como dice la canción, saludar a esas personas que solo te cruzás en la pista. Bailar la música de un dj real y no uno de un video de Youtube en vivo. Experimentar eso, de verdad se sentía como un triunfo, el triunfo de haber sobrevivido a meses, años complicados y oscuros. Y volver a disfrutar cosas que dábamos por sentadas y en libertad.


La noche nos pareció más corta que nunca y volvimos a experimentar el vía crucis de conseguir un taxi para volver. Nada había cambiado en ese sentido, horas esperando un taxi a la madrugada y los taxistas sólo le paran a las mujeres. Pero bueh. Mientras esperábamos un taxi con mis amigos, un chico muy desabrigado se me acercó. ‘Hola, ¿les sobra un lugar?, voy para el centro, soy solo yo’- me pregunta- . ‘Emm si, creo que sí…si conseguimos algún día taxi’. ‘Buenísimo…porque me estoy congelando’ – me dice temblando con las manos en los bolsillos -. ‘Es que estás un poco desabrigado’. Tenía puesto una remera bien pegada al cuerpo y unos pantalones de cuero. ‘Si, me quise hacer el picante’ – me explica – ‘¿Cómo te llamás?’ – me pregunta – ‘Pablo, ¿vos?’, ‘Cruz’. ‘¿Por Juan Cruz?- le pregunto – ‘No, solo Cruz’ – extendiéndome su mano -. Cuando le doy mi mano recuerdo que mis manos son dos témpanos. ‘Nooo, lo fría que tenés las manos’ – soltándose rápido – ‘Si, perdón’ -sonriendo con un poco de vergüenza – ‘Te iba a pedir que me abraces, pero mejor no’ – se sonríe pícaro.


Finalmente conseguimos un taxi. Cruz se sentó a mi lado, muy a mi lado, del otro lado un amigo y su novio adelante. Durante el viaje seguimos conversando un poco, el se daba calor con mi cuerpo. Y un poco eso me gustaba. Había un ondita, él tenía un aura misteriosa, era bastante cool también, con su pelo rapado, sus aros y sus tatuajes. Mis otros amigos se bajaron del taxi. Quedamos solos y ya estábamos cerca de mi depto. Ahí me dijo: ‘Me voy a bajar con vos y de ahí camino, me queda cerca’.

Cuando bajamos me acompañó hasta la puerta de mi depto, él todavía moría de frío. Se hizo un silencio y ahí es cuando me pregunta: ‘¿Puedo pasar a tu baño? No doy más’. Por un momento pensé: de verdad no conozco a este tipo, puede que sea un loquito. ‘Porfa, posta, paso al baño y me voy’ – me suplicó – ‘¿De verdad?¿porque si es una estrategia, no sé si da? No te conozco’ – le dije honestamente. ‘De verdad, te prometo’. Una parte de mi no le creía tanto, pero le dije: ‘Ok’.

En el ascensor se acercó para que le diera un abrazo y ahí ya sentía que algo más iba a pasar. Corrió rápidamente al baño, yo me saqué la campera y vi lo desacomodado que había quedado mi depto después de la previa. Salió del baño aliviado y con otro semblante, ‘que rico el olor del jabón, mirá’ – me hizo oler su mano acercándose a mi. ‘Si, me encanta, es mango’. Mientras le respondo, lo veo que mira intensamente mis labios y ahí en el pasillo contra la pared, fue mi primer beso pospan (post pandemia).


Todos los meses de estrés y preocupación, todos los malos momentos, los momentos oscuros, todo, fue descargado en esos besos con Cruz. Es muy loco volver a sentir, después de mucho tiempo, el cuerpo de otra persona en tus manos. Me sorprendió. De verdad había pasado mucho tiempo sin tener otro cuerpo al tacto. Me di cuenta de lo mucho que extrañaba esa sensación. Entendí un poco mejor a esa gente que dice que extraña esa sensación de estar agarrado a un cuerpo, de tener un cuerpo encima o sentir la piel de otro en la palma de las manos. A Cruz le gustaban mucho los besos en el cuello, darlos y recibirlos. Bueno, no solo los besos, las mordidas, los lengüetazos. Fue como una liberación de lo que teníamos prohibido por mucho tiempo. Y estuvo increíble. 

Nos quedamos vestidos la mayoría del tiempo, mucho chape y fricción de las telas, y si, quizás alguna que otra mano buscando piel, pero la verdad hacía tanto frío, que ninguno quería desnudarse. Después de gastar las papilas gustativas y las paredes por recorrer, terminamos en el sillón y ahí nos quedamos. Pasamos de la fase sexual/animal a una más cariñosa/romántica. Cuando Cruz quiso seguir, un paso más, sacó el preservativo de su riñonera. Pero tuvo la prudencia de leer la fecha de vencimiento y por esas cosas del destino, estaba vencido. Yo iba a traer uno mío, pero finalmente decidimos quedarnos abrazados en el sillón a puros besos y mimos, no tuvimos sexo.

Eran casi las 9 am, y después de una sesión de besos dónde perdimos incontables calorías, nos quedamos en el sillón abrazados, en esa parte dónde te empezás a entredormir mientras el otro te acaricia, conversando de algunas cosas y sintiendo la respiración del otro en tu pecho. Así vestidos, nos quedamos dormidos profundamente. Bueno, eso me duró 2 horas como mucho, pues insomne. Me pasó algo que detesto: mi brazo quedó atrapado debajo de su cuerpo y me dejó inmovilizado. Estuve un rato tratando de zafarme de ahí sin despertarlo. Salí reptando casi del sillón, sacando mi mano estancada.


Ya desvelado, no sabía qué hacer, así que me puse a lavar vasos y platos de la previa. Acomodé silenciosamente el depto, barrí, todo sin despertarlo. Cruz tenía un sueño bastante profundo. Cuando terminé todo eso, me senté a su lado y pensé que ese momento era el final de una era. Se había terminado por fin la etapa oscura del COVID (aunque faltaba todavía un trecho más, la parte más grave se había pasado). Sentí ese alivio de haber sobrevivido. Que nada grave le pasó a mis seres queridos. Y lo lindo de poder disfrutar la vida como antes. Mientras observaba dormir a Cruz, la ecdisis de dejar todo eso atrás, me hizo emocionar y se me pusieron los ojos vidriosos.

Llegó el mediodía y yo todavía no había dormido. No me podía ir a mi habitación y dejarlo durmiendo ahí. Todavía no le tenía confianza como para dejarlo solo. Así que me acerqué, lo más sutil y despacio que pude, a despertarlo. Nunca desperté a alguien con tanto cuidado y cariño. Sin embargo no le gustó. Quería quedarse un ratito más. ‘Dale porfa, te bajo a abrir, quiero ir a dormir a mi cama’ – le dije amablemente. Se levantó bruscamente y fue al baño a lavarse la cara. Aparentemente no era de los de buen humor por las mañanas.

Salió del baño de peor humor todavía, porque además, seguía haciendo mucho frío, a pesar de ser el mediodía, estaba helado. ‘Listo, abrime’ – me dijo super serio. ‘¿De verdad te vas a enojar por esto?’ – le pregunté acariciándolo. El se quedó callado y solo dijo: ‘Dale, abrime’ – me dijo firme en su enojo. Bajamos en el ascensor, tensos. Y al llegar a la puerta del edificio, hacía aún más frío. Lo último que le dije fue: ‘Dale, no dejemos todo así, ¿la pasamos bien o no?’ Me dió un último beso en silencio (buen beso), pero aún así, se fue enojado.


En otro momento, esto me hubiese puesto mal, hubiese sentido culpa por semanas y hasta trataba de contactarme con él para pedirle disculpas nuevamente. Pero, la verdad es que después de todo lo que vivimos en el mundo, había que poner las cosas en perspectiva. En este aspecto, sentía que algo había cambiado, había crecido. Estoy aprendiendo de mi, me estoy defendiendo de mí. Esto no solo tiene que ver con ver el vaso medio lleno, en lugar del vaso medio vacío. Sino ver el vaso medio lleno y decidir cómo puedo utilizar el agua a favor. Mientras lo veía irse, en lugar de enojo, me dio más bien ternura. Porque ahora Cruz se había convertido en la persona con la que volví, al menos unas horas, a la nueva normalidad sentimental. Y aunque él me deteste, yo decido quedarme con el buen recuerdo.

Al fin me acosté en mi cama dispuesto a dormir, cuando escucho una notificación. Pensé que era Cruz, pero no, me sorprendió una notificación de facebook: un viejo amor estaba de nuevo en Córdoba. Como dice la canción, en esta vida ‘cada subida trae un nuevo bajón, y cada vida un cajón y el que pierda la sorpresa, perdió’.

Escrito Por Pablo M. Acuña


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Preguntas para el foro: Después de sexo casual, ¿preferís que cada uno duerna en su casa?¿o dormir acompañado y desayunar juntos?¿Cómo hacés para sugerirlo? 

domingo, 19 de marzo de 2023

Tres Neo-citas & Un Funeral

 


‘Quién lo diría, que se podría hacer el amor por telepatía, la luna está llena mi cama vacía. Lo que yo te haría, si te tuviera de frente la mente te la volaría, de noche y de día, de noche y de día…A kilómetros estamos conectando y me prendes aunque no me estés tocando’. – Kali Uchis

Después de una primera ola dramática de la pandemia, estaba llegando la primera primavera y, aunque todavía no teníamos nada claro, ni pensábamos en una vacuna, el calorcito trajo un poco de calma. Había una teoría que, con el clima cálido, el virus no se reproducía…tanto. Y solo eso nos sirvió para volver a la vida real (léase reactivar la vida sexual).

Todos escuchamos esas historias de gente que se conoció durante la pandemia, o enamorados que se juntaban clandestinamente a tener sexo, haciendo estrategias para evitar los controles policiales, rebelándose contra el sistema. Pero no era mi caso. La pandemia me encontró completamente solo y sin ningún prospecto a la vista. Atrás había quedado Mateo y cualquier ilusión de que volviera a aparecer. Mi único contacto con humanos, era el supermercado, dónde la gente hacía las compras lo más rápido posible, paranoiqueada con que si tocaba algo iba a infectarse y con sus tapabocas exóticos de todo tipo o con cascos y todos con la ropa bañada en alcohol. ¿Muy surrealista todo no? Lo único que pensaba era ¿Esto de verdad está sucediendo?

Desde el Ministerio de Salud de la Nación nos recomendaban videollamadas, sexo virtual y sexting. De hecho, uno de esos infectólogos que salían en la tele, había sido un gran soporte emocional y excelente consejero, durante mi adolescencia (si, todo está conectado en este mundo). Nos habíamos conocido por Fotolog (no hagan números sobre mi edad) y nos pasábamos horas chateando sobre nuestras vidas amorosas en Messenger. Es más, él me sostuvo la mano durante la ‘Debacle del 2003’: cuando me enamoré por primera vez de un hetero (pero esa es una historia para otro momento). Lo importante era que confiaba en mi consejero antes y, por lo tanto, ahora también. Así que tomé su consejo al pie de la letra.



Pionero y defensor del sexo telefónico hace años, por lo entretenido, higiénico y como ejercicio para la imaginación, me gustaba la idea de revivir ese hábito. Pero claro, pequeño detalle, teléfono fijo is dead. No existía más. Tuve que buscar otro camino. Decidí ir por un chat, pero no quería cámaras, ni algo como Omegle, quería algo más old school, y así encontré un chat, que permitía solamente escribir y enviar mensajes de voz.

En este conocí a 3 candidatos nuevos: un cordobés mimoso y pasional. Un español, que pareciera estar dispuesto y caliente, en cualquier momento del día a pesar de cualquier huso horario. Y un porteño hetero, explorando su sexualidad:

Un Morocho & Un Rubio

Nos conocimos en un chat de Córdoba, un día que no había mucha gente, se describió como morocho, 1,88, rulos, de piscis. En un principio, mi idea era hacer todo desde el anonimato, de alguna forma me siento más libre de esa manera. Pero me cayó tan simpático y tierno, que nos terminamos pasando a Instagram. Y por suerte, hubo match, nos gustamos. En ese momento, casi que no podíamos ir a bares o a lugares, así que nos fuimos conociendo así, por mensajes, a veces salían unos mensajes de voz y nos quedamos texteando hasta muy tarde. Él había terminado una relación hacía poco, todavía estaba algo sensible con el tema. Yo le conté lo último que me había pasado, lo de Mateo, aunque muy por arriba, porque sinceramente ni yo entendía que había pasado. A veces teníamos charlas muy románticas y otras todo se ponía un poco más sexual. Hablamos de cómo nos imaginábamos el primer beso, la primera cita, dónde nos gusta que nos acaricien, etc. Todo con mucho detalle. Cuando nos quedábamos hasta muy tarde en la noche, me daba cuenta que él se moría de sueño, pero aún así quería seguir conversando. Un tierno.

No pasaba un día que no conversara con él, y la verdad, fue de mucha compañía. Sobre todo, durante mis ataques de asma, los cuales prefería olvidar, negar su existencia y hacer de cuenta que no me iba a morir o que no tenía el ‘covicho’.



Ya que no podíamos conocernos en vivo por el momento, decidimos tener una cita online, la planeamos como algo de verdad. Ya casi que habíamos hablado de todo, así que esta era como una segunda cita, es decir, cine y cena. Me pidió que eligiera una película linda y me acordé de ‘Un Rubio’ de Marco Berger. Porque ¿cómo no empatizar con un personaje gay que se enamora de su amigo hetero? (Perdón, quizás no resolví del todo lo de la Debacle de 2003). Recordaba que la peli era linda, pero en realidad, era más sexual que otra cosa. Y claro, cada uno desde su casa, solos y escribiéndonos, terminamos un poco…erectos. Pero rápidamente, viramos hacia lo romántico, y al menos entre mensaje y mensaje, el terminó virtualmente usando mis piernas de almohada y yo acariciándole su pelo enrulado hasta dormirse. Inteligencia artificial, ¿quién te conoce?. No les digo que fue mi momento favorito de la pandemia, pero seguro está en el top 5. 

En ese momento fantaseábamos de como iba a ser el mundo cuando se acabe la pandemia. Planeábamos nuestra juntada como si fuera a suceder pronto. Pero no sabíamos que todavía faltaba un largo trecho hasta encontrar la cura. Y no les voy a mentir, yo tenía un poco de miedo de contagiarme, siendo asmático y con gente muriendo alrededor, la escasez de recursos en los hospitales y escuchando historias horribles 24/7, no era muy alentador lo de salir y conocerse. 

Por un lado estaba todo eso relacionado con el virus, y por otro, estaban mis inseguridades básicas, mi auto-boicot y esto de no saber si realmente le iba a gustar en vivo. No sé si estaba para esa presión emocional, con mis ataques de pánico y vértigo sucediendo seguido. Eso hizo que pateara el encuentro ¿quizás exageré? Puede ser. Pero bueno, por ahora esta historia ¿continuará?… No lo sé, lo que si sé es que había algo lindo algo acá.



Un Desayuno & Una Cena

A John, lo conocí en un chat. Ese era su nombre real en teoría, pero quién puede confiar en lo que dice un anónimo desde un chat. John fue uno de los primeros con los que volví al ruedo en esto de los mensajes de voz hot. Y la verdad, fue bastante entretenido. John era, bueno es, un español de Valencia, aunque estaba pasando el aislamiento en su ciudad natal: Gandía. Teníamos unas horas de diferencia, por lo que cuando yo me levantaba, él estaba en la hora del almuerzo en su trabajo remoto. Y a veces, para cuando yo me estaba acostando, él estaba a punto de empezar su día.



Sin embargo, esto no era un problema para John, siempre estaba listo a toda hora para tener una sesión de mensajes hot. Siempre caliente, desde el desayuno a la cena. Por supuesto su voz sumaba mucho, escuchar un hotteo en español ya sabemos que tiene un plus, pero él además era un poco ronco y tenía un tono neutro particular, pero muy contundente y efectivo. No sé cómo explicarlo, pero era bastante adictivo. Llegó un momento que se volvió rutina, el mañanero y el nocturno. Y a veces, salía uno a la siesta. 

También probé algo nuevo con él, algo que nunca se me hubiese ocurrido. Tuvimos sexo en la ducha, es decir, uno llevaba el parlante bluetooth al baño y el otro guiaba la masturbación. Eso lo hacíamos en las sesiones largas del fin de semana. Bastante entretenido. Es muy loco, lo diferente que es conectarse con alguien desde este lugar, desde la sexualidad y solo desde la voz y la imaginación. La conexión sigue siendo emocional pero con el plus de la comunicación fluida y libre. Hay como algo medio primitivo y humano. 



Claro, en ese momento, todo esto también nos sirvió mucho para relajarnos de lo que estaba sucediendo en el mundo. Y de alguna manera, nos calmaba un montón, nos ponía de buen humor durante el día y nos ayudaba a dormir de noche.

Y ustedes se preguntarán: ¿no es más fácil poner una porno y ya?. Si, pero una cosa es ver a extraños teniendo sexo, y otra muy diferente es tener en el oído a alguien que dice tu nombre mientras te masturbas y conoce las palabras o cosas que te calientan escuchar antes de acabar. Y la satisfacción de calentar y hacer acabar al otro también se siente bien.

En este regreso al sexting y al sexo telefónico si noté que algo cambió. Muchos más hombres (heteros y gays) se animan a tirar un casual ‘te amo’, como con ganas de escucharlo o leerlo en un chat. Y no hablo tanto de ‘en el medio del acto’, sino más bien como algo aparte. Seguramente algo del anonimato hace que se permitan ser más desinhibidos y cursis. John me lo decía casi todos los días y más allá de que me lo tiraba como si nada y naturalmente, empezar el día con un ‘Te amo, que tengas un lindo día’, te cambia un poco el mood de la jornada. También es diferente cuando te quedás maquinando todo el día en lo bien que la pasaste, las guarradas qué nos dijimos y sabiendo que a la noche lo vas a volver a tener en tu oído.



A veces era puramente sexual y a veces…quién lo diría que se podría hacer el amor por telepatía. Todo esto duró casi tres meses, que en años de cuarentena, deben ser como nueve. Después él volvió a Valencia y volvió a salir (mucho antes que nosotros). Ahí conoció a un chico. Se puso de novio. Me lo fue contando y casi que viví con él todo el comienzo de esa relación. Me puse contento de verdad por él, y entendí que de a poco fuéramos dejando de tener nuestras ‘neo-citas sexuales’. Aunque, a decir verdad, las disfrutamos hasta último momento, hasta que se puso de novio ‘oficialmente’. Fue bueno mientras duró. Mentira, fue EXCELENTE mientras duró.

Un Neutro & Un Féretro

A Mauro, el porteño, lo conocí una madrugada de insomnio en el chat general de Argentina. Su usuario era ‘heteroneutro’ y fue él quien me chateó primero. Le pregunté por lo de neutro, creyendo que era algo de la tonada. Pero no, él había investigado lo que era ser neutro ´para los de nuestra comunidad’. Me dio un poco de ternura que lo haya estudiado. Pero claro, es un término que es más usado por nosotros, no tanto para un ‘hetero-flexible’ si es que todavía podemos usar ese término, ya quedó poco deconstruido.

Neutro, es un término bastante nuevo, creado por un usuario de Grindr en el 2013, también lo van a encontrar como ser ‘side’, pero la verdad es que acá o en la vida real no pegó tanto la palabra, más allá de que sería muy útil, porque estoy seguro que se cruzaron con más de una decena de sides en sus vidas.

Se considera neutro (o side) al rol de las personas que no les interesa el acto de la penetración. Puede gustarle todo lo demás en la cama, menos ser penetrado. Hay un debate acerca de si un neutro puede ser activo, pasivo o versátil, en principio no, ya que esos roles giran alrededor de la penetración.

Volviendo a Mauro, toda la experiencia con él fue diferente. Le gustaba primero que nada empezar con los besos en la boca. Por supuesto, hablo de todo por mensajes de voz. Después, una sesión larga de él lamiéndome las axilas, a veces, él sentía que tenía que justificarme sus morbos, cosas de heteroflexibles, no lo entenderían. Me dijo algo así como que jugaba al fútbol y por eso la transpiración le calentaba. A mi no me afectaba en nada la verdad, estaba entregado a la experiencia. Y todo terminaba con una masturbación cruzada, donde quería que lo sostenga del cuello con mi antebrazo. Sin problemas, lo hacemos. En este caso él también quería que le diga ‘te amo’, pero en el medio del acto sexual, cybersexual, neo-sexual, como quieran llamarlo. Me decía que le daba morbo escuchar a un hombre decírselo. Y a mí, la verdad, un poco también me daba morbo que le diera morbo eso.



También fue con uno de los pocos con el que hablamos en directo, le gustaba que nos escucháramos acabar juntos. Y la verdad, la pasamos muy bien. Los miércoles a la siesta y los domingos a la noche, teníamos una cita obligada. Eran los días que tenía más libre para dedicarle un rato largo y claro, también podía gemir un poco más fuerte, sin que nadie lo moleste. Todo iba muy bien, el primer mes había pasado, y digamos que él estaba más flexible que antes. Tanto que habíamos quedado ese miércoles, en que quería probar no ser tan neutro y animarse. Yo tenía ganas de gritarle que todo lo que hacíamos era virtual de todas formas, no lo podía penetrar por telepatía, al menos no todavía. Quizás en un futuro cercano.

A esta altura ya me había encariñado un poco, ya conocía mucho de su intimidad, al menos la sexual. Y él también la mía, eso era un montón. Lo bueno de todo esto, es que de verdad entrena la comunicación en el sexo. No recuerdo haber tenido que poner en palabras escritas o verbales, con tanto detalle, todo lo que me gusta en la cama, lo que me hace acabar y como hacerme llegar al orgasmo. También me gustaba que Mauro al principio era algo serio, muy recto en su actitud, y después se fue soltando y abriendo. Hasta logré hacerlo reír. ¿Acaso nos estábamos enamorando un poco?



Como sea, todo esto era para decir que esperaba con ansias ese miércoles. de hecho, un poco antes de la 1 ya estábamos conectados, porque nunca dejaría esperando a alguien de virgo. Me mandó unas nudes de cómo estaba en ese momento y comenzamos nuestra porno cerebral. Me dijo de ir al vivo, porque estaba re caliente con probar lo que habíamos quedado. Y justo cuando íbamos en la parte de la previa y los besos, de repente, él exclama un: ‘Noooo, boludooo…no lo puedo creer’. Yo escucho que afuera de mi ventana empiezan a tocar bocinazos: ‘¿Qué pasó?’ – le pregunto- ‘No, no, no…Murió Maradona’. Subió el noticiero en la TV y se puso a escuchar eso. Yo medio que no supe cómo reaccionar, pero él quedó shockeado, full conmocionado. Empiezo a escuchar que la gente afuera también se pone a gritar, algunos gritan ‘Diegooo’. Podía escuchar que Mauro estaba a nada de llorar, así que cortamos y él se desconectó del chat. Nunca más supe de él.

No es la primera vez que me abandonan en el medio del acto sexual, pero viendo el vaso medio lleno, al menos esta vez me dejaron por un hecho histórico. Viendo el vaso medio vacío diría que me dejaron por un muerto, pero no entremos ahí. Si, ya sé, no debería estar haciendo juegos de palabras con esto. Perdón, pero la verdad es que Maradona nunca fue un ídolo para mí, tengo mis razones.



Más allá de todo, estas neo-citas me enseñaron muchas cosas nuevas sobre mí, aprendí cosas que no sabía que podía lograr, y ya sé, hay gente que nunca lo va a entender. Tampoco pienso que esto vaya a reemplazar lo real, y si, eso es verdad. Pero no podemos negar que entre masturbarse viendo una porno con desconocidos y masturbarse con alguien que al menos le escuchás decir tu nombre, te habla directo, hace y dice lo que le pidas, no me van a decir que la segunda no es mejor.

Y también siento que, sinceramente, podría tener un vínculo con cualquiera de los tres en la vida real, si quisiera y si ellos quisieran. No creo que sea algo tan superficial o artificial. Me parece bastante cercano e íntimo. De hecho, con algunos que conocí en esa época, aún sigo en contacto. Hay que aprovechar antes que seamos reemplazados por la AI.

Además de verdad, me ayudó mucho a relajarme, con los episodios de vértigo y los ataques de pánico en el medio todo el caos. Alguna gente hizo masa madre, otros aprendieron a meditar, otros fumaron porro, yo hice esto. Como sea, no pueden juzgarme, yo solo le hice caso al Ministerio de Salud.


Escrito Por Pablo M. Acuña

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Preguntas para el foro: ¿Alguna vez abandonaste o te abandonaron en el medio del acto sexual? ¿Cuál fue tu experiencia con el sexo virtual? ¿Estuviste alguna vez con un neutro?


lunes, 25 de julio de 2022

Vértigo


‘Ha sido un aventura amarte en las alturas. y ese vértigo en el suelo no se va. Pero han sido tres intentos repletos de argumentos. Cuando no se trata de quién puede más. A veces con amar no basta’ - Pablo Alborán


Unos meses adentrado en una Pandemia Mundial, SI, estaba enamorado de Mateo, pero a medida que pasaban los días nuestra reciente resucitada relación, si podemos llamarle así, era demasiado endeble para resistir lo vertiginoso de los tiempos.

Cada semana el número de muertos aumentaba y parecía que esto iba para largo. Estábamos encerrados, desesperados y preocupados, lejos de nuestros afectos, de nuestra familia y de nuestros amigos. Los tapabocas se convertían de a poco en un accesorio fashion, la incertidumbre crecía acerca de cuánto iba a durar todo esto. Las semanas de cuarentena estricta y las restricciones se renovaban infinitamente. Bañando todo en alcohol, limpiando víveres uno por uno, olfateando las cosas para asegurarnos de no haber perdido el sentido del olfato. Los médicos sin ponerse de acuerdo en la televisión, los grupos de whatsapp reenviando conspiraciones mundiales. Gente escuchando trompetas apocalípticas en el cielo y los casos se acercaban cada vez más a nuestra provincia. Tragando saliva para asegurarnos de tener sana la garganta. Contando los metros en los que nos podíamos mover y yendo a los supermercados, sólo para estar un rato fuera de casa. Saliendo a aplaudir al personal de la salud al balcón a las 9 de la noche. Ventilando los espacios, pero cerrándolos para no enfermarnos por el frío. Esto y muchas locuras más pero aún sin tener una cura a la vista.

Era de esperar que volvieran mis ataques de pánico, sentirse ahogado de la nada y creer que todo era un síntoma de la enfermedad. Todo comenzó a afectarme mucho más de lo que creía. Anímicamente estaba sensible, triste, abrumado, había días que entraba en un espiral mental y no podía parar de llorar. Pesadillas y hasta parálisis del sueño. Me sentía un poco desequilibrado.


Lo único que me distraía un poco, eran los mensajes de Mateo. No me importaba de que fueran, recibirlos ya era tranquilizador. Aunque cada vez estábamos más lejos de volver a vernos, de vez en cuando nos tirábamos unos perritos. Todo este mini-enamoramiento, ayudaba a alejarme del precipicio emocional.

El encierro nos puso cara a cara con nuestro yo interior y para los que vivimos solos, la única opción era enfrentarnos con esos fantasmas. Estábamos solos con nuestros pensamientos y lo único que podíamos hacer era maquinar la cabeza. Ahí es cuando pensé si los sentimientos hacia Mateo eran en realidad una forma de enfrentar toda esta situación apocalíptica o si realmente estaba full enamorado.

Siendo honesto, yo estaba enamorado de Mateo desde antes, y todo esto de la pandemia, fue inesperadísimo. Quizás si había un poco de proyección, pero ¿acaso no hay un poco de proyección e idealización en todas las relaciones cuando recién comienzan?. En la columna anterior dije que el enamoramiento puede ser unilateral y de todas formas hacerte sentir vivo. Y eso era lo que me sucedía, el enamoramiento con Mateo me levantaba de la cama, me hacía olvidar de la tristeza y de todas las cosas feas. Las horas que no conversábamos, a veces miraba sus fotos viejas, para saber más de él. Y cuando me enviaba videos haciendo cosas, de alguna forma, lo sentía más cerca. Todo estaba funcionando muy bien. ¿Pero acaso esto no era demasiado peso para adjudicar a una persona que todavía no terminé de conocer del todo?¿demasiado por unos cuantos mensajitos de WhatsApp?¿Y él, qué sentirá realmente por mí?¿Yo tenía esa misma función sanadora para él?


Al principio de un enamoramiento, estás en ese limbo de no saber si las cosas que te escribe el que te gusta tienen un entrelineas interesante o si está todo en tu cabeza. Si te perdiste algún chiste porque todavía no entendés bien su código de escritura. Eso me sucedía con los textos de Mateo, pero a medida que pasó el tiempo lo fui entendiendo un poco más, y descubrí que siempre que quería profundizar en algo personal de él, me tiraba un chiste o se iba por la tangente. En el fondo era bastante cerrado y nunca quería hablar de cosas muy personales. Quizás nuestro chat, para él, era simplemente una distracción para entretenerse un rato. Mientras que yo lo que quería era conocerlo mucho más. Si, ahora escribiéndolo, sé como suena, yo esperando que un signo de aire no se distraiga, y que se abra sentimentalmente por mensajes de texto. Qué iluso. Pero bueno, comprendan, estaba enamorado. Enamorado y colapsado en medio de una tempestad.

Ya habían pasado más de un mes de pandemia y cuarentena, los casos comenzaron a llegar a algunos familiares cercanos y hasta cobrarse algunas vidas de conocidos. Me costaba demasiado dormir por las noches. Pasaba horas distrayéndome viendo vivos de Instagram de gente jugando al tuti-frutti. Mi preocupación por mi familia y conocidos iba aumentando. Estaba ansioso, hipocondríaco, paranoico y hasta me había vuelto el asma un poco. Las conversaciones con Mateo iban disminuyendo, o se acortaban en duración. Una parte de mi no quería abrumarlo con todo lo que me pasaba, así que sólo le contaba cosas superficiales, o hacíamos chistes de humor negro. Él muchas veces se tomaba su tiempo en contestar, o contestaba con risas y stickers. Sin seguir la conversación. Sabía que todo se estaba diluyendo entre nosotros. A veces pensaba, si me había quedado demasiado aferrado al recuerdo de la primera vez que nos vimos en vivo. Que tuvimos una cita, sin tener una cita, y todo fluía, todo era cómodo y reconfortante. Pero por ahora, de vernos ni hablar. Estábamos en esa época de la pandemia que te daba miedo contagiar y enfermar (o hasta matar) a un familiar. Lo único que me faltaba, matar a la única persona de la que me había enamorado en años, ja.


Quizás le estaba poniendo demasiado drama a todo esto. Podía ser simplemente que él era muy amable y que ahora que me conoció en profundidad, simplemente no le gusté, o no hubo la química que esperaba, o no se sentía cómodo haciendo todo esto virtualmente. También podía ser que esté saliendo con alguien, o que haya alguien que le interese más. Porque también era cierto, que él, a estar lejos de la ciudad, no estaba tan encerrado como nosotros, así que podía ser que el simplemente estuviese disfrutando su libertad, disfrutando su vida. Quizás teníamos que ser pacientes y esperar a que todo esto termine y retomar más adelante. Tal vez su manera de comunicarme esto, era dejar de comunicarse conmigo y punto. De a poco sus mensajes fueron mermando y él ya no me escribía por su cuenta. Si yo no le preguntaba algo, él desaparecía por semanas.

Y si, me entristeció, porque me costó tanto enamorarme de nuevo, que justo tenía que pasar todo esto. Que un virus nos mantenga alejados de otras personas, de nuestros afectos, la verdad era inimaginable. Parecía que estábamos en una película. Pero bueno, en un punto, esta vez, estaba fuera de nuestras manos. Es muy loco, porque la última vez que lo vi a Mateo, una parte de mi sintió que íbamos a estar unidos por un largo tiempo, que iba a formar parte de mi vida, estaba seguro de eso. No sé porque. Y ahora todo era incertidumbre pura.


Es difícil, pero hay que aprender a no proyectar y no encapricharnos en que nuestras relaciones sean como nosotros pensamos que necesitamos que sean. A querer cambiar al otro para que sea como nosotros queremos que sea, porque de alguna forma, eso sería, inconscientemente matar a la persona de la que nos enamoramos. Tal como pasa en la película de Hitchcock, Vértigo, donde el protagonista se esfuerza tanto en convertir o transformar a su amante en su difunta ex que, de alguna forma, termina empujándola hacia el mismo trágico final. Es probable que todo tenga que ver con la pulsión de querer controlar algo, una mínima pizca, de todo lo incontrolable que estaba sucediendo en el mundo. Pero por otro lado pensaba: si a mi se me ocurre, en medio de todo este caos mundial, pensar en algún momento del día en él y en como estará sobrellevando todo, si a mi me surge escribirle para preguntarle, ¿por qué a él no se le ocurre hacer lo mismo?¿Cuál es el límite entre la intensidad y la empatía?

Puede ser que esto sea una necesidad sólo mía, pero hasta me pasa con mi grupo de amigos. Si veo que hay alguno que no aparece por un tiempo largo, me preocupo, le escribo, le pregunto si está bien. ¿Estoy pidiendo demasiado?


Con todo esto en la cabeza, y después de muchos días sin saber de Mateo, me desperté una mañana y pasó algo inesperado. Comencé a marearme. Toda la habitación giraba en mi cabeza y si cerraba los ojos era peor. No podía mantenerme en pie, ni sentado y comencé a sentirme muy mal. La vista se me nublaba, comencé a tener nauseas y vómitos (perdón, no hay una manera más elegante de decirlo), era preocupante porque no se detenía. Mientras estaba ahí tirado en el piso del baño, pensé, de verdad, que ese era mi fin. Lo primero que pensé era que me había dado algo del orden cerebral. Pensé en llamar a mis padres inmediatamente, más que nada para despedirme. Pero primero llamé a emergencias.

Para cuando llegó, que por suerte fue rápido, ya se me había pasado un poco, pero todavía me sentía muy mareado y algo asustando. Como pude le abrí al paramédico y me revisó. Me dijo que había tenido un episodio de vértigo. Probablemente provocado por el estrés. Me explicó sobre el tema y me recetó unas pastillas. Y después me preguntó si vivía solo o si tenía a alguien para ir a la farmacia o controlarme las próximas horas por si pasaba algo. A lo que contesté aguantándome el llanto: No, estoy solo. Le dije que podía llamar a mi hermano. Debe haber visto mi desolación y me contestó que no había problema, él se iba a quedar un rato hasta asegurarse que me sienta mejor. Hizo té para los dos y se puso a llenar papeles mientras esperábamos a que se me pase el mareo.

Conversamos un poco y me dijo que quizás estaba sobre estimulado por todo lo que estaba pasando. Me aconsejó meditar o simplemente, a veces lo que uno necesita es apagar todo, salir un ratito al balcón y ponerse al sol con los ojos cerrados. Y no pensar en nada.

Si, habían sido meses tumultuosos, llenos de estrés y montañas de malas noticias. Tener un conteo de muertes diarios, todo ese dolor se termina impregnando en tu vida. Después de ese día, tomé el consejo del paramédico, me ponía musiquita, un té y salía al balcón a disfrutar el solcito. Eso me hizo sentir mucho mejor.


Conclusión, el enamoramiento es un hermoso pero vertiginoso precipicio, no por nada en inglés se dice ‘falling in love’ (caer en el amor), es una excitante adrenalina, pero a veces no basta. En este mundo y a estas alturas, a veces, lo único que hace falta es que alguien se preocupe por vos un ratito.

Escrito Por Pablo M. Acuña

Pregunta para el foro: En cuánto a las relaciones pospan* ¿sentís que todos están más intensos o más empáticos? 
*pospandemia